Hámster enano
de Roborowski
Phodopus roborovskii
Con sus 7 a 9 cms. de longitud de cabeza y cuerpo, el hámster
enano de Roborowski es el más pequeño de todos. Su colita
sólo mide 1 cm. escaso y por ello casi no sobresale del pelaje,
como también es el caso en el hámster enano de Zungaria.
Por esta razón se clasifican ambos en el género Phodopus
o de hámsters enanos de cola corta.
El dorso del hámster enano de Roborowski es de color pardo amarillento
a pardo rojizo, con un poco de gris en el centro de la cabeza y de la
espalda. Sobre los ojos presenta una pequeña mancha blanca, al
igual que a ambos lados de su hocico. Los bordes de las orejas también
son blancos, al igual que el vientre y los pies. Los ojos de esta especie
son particularmente grandes.
La patria del hámster enano de Roborowski es Mongolia, así
como las regiones limítrofes orientales y occidentales de China
y las zonas occidentales de Siberia. El hábitat de este pequeño
y ágil hámster son los desiertos arenosos y las zonas semidesérticas,
tan abundantes en esas regiones. En esos terrenos áridos ha de
recorrer grandes trechos para conseguir suficiente alimento. Dicho alimento
lo transporta en sus grandes abazones al nido, donde lo consume. Se trata
principalmente de las diminutas semillas de las pocas hierbas y otras
plantas que crecen allí.
El hámster enano de Roborowski excava su madriguera, sumamente
simple, en la arena. Se compone sólo de una sencilla galería
de unos 50 a 100 m. de longitud con una cámara-nido en el extremo
inferior. El nido lo acolcha con briznas suaves de hierba y con pelos
de camello. Dado que a menudo construye su madriguera en la arena de las
dunas móviles, ésta se deshace con rapidez, de modo que
frecuentemente ha de construirse una nueva.
Los hámsters enanos de Roborowski se pueden adquirir desde hace
unos pocos años en las tiendas de animales. Al comienzo son animalitos
muy asustadizos, que no suelen volverse tan mansos como nosotros los hámsters
dorados. Dado que en plena naturaleza corren mucho, se les debe dar una
jaula de gran tamaño y, sobre todo, una rueda de ejercicios, que
utilizan a gusto y con constancia.
El señor Klaus-Georg Mau (de Hamburgo) logró criarlos.
Para sus hámsters dorados y de Zungaria utiliza para su alojamiento
cajas para animales pequeños de venta en los comercios, con las
medidas de la base de 100 x 40 ó 100 x 60 cms. Dichas cajas están
fabricadas en plástico y uno de sus lados es de plexiglás,
lo que permite observarlos no sólo desde arriba sino también
de lado. Como cama pone virutas de madera, que se pueden adquirir ya purificadas
en las tiendas de animales. Además, a los hámsters enanos
de Roborowski les coloca en la jaula una bandejita con arena fina. Dado
que son habitantes de las dunas, pueden cavar en ella y, al mismo tiempo,
tomar el baño de arena tan necesario para el cuidado de su pelaje.
Por lo demás, en sustitución de sus galerías y cámaras
subterráneas, les gustan mucho los cilindros de cartón del
papel doméstico o higiénico, con los que juegan, o en los
que se esconden y corretean.
Como alimento el hámster enano de Roborowski prefiere -y es lo
que le sienta mejor- comida para pájaros exóticos de semillas
pequeñas con mucho mijo y alpiste y muy poca cantidad de mezcla
para canarios, con semillas oleaginosas. También se le pueden dar
semillas de gramíneas. Los granos de cereales y las pipas de girasol
ya son algo demasiado grandes para estos diminutos hámsters.
El hámster enano de Roborowski se entusiasma con la fruta blanda,
jugosa y dulce y son perfectos para él las manzanas, las peras,
el plátano, las uvas y, además, las endibias, el álsine
y otras hierbas silvestres. Cada día se le ha de dar un poco de
todo eso, pues así cubre sus necesidades de líquidos. En
este caso no necesita agua para beber. Si se le da, nunca hay que ponerle
un cuenco en su jaula, ya que sin darse cuenta se mete dentro, se moja
y se resfría, enfermando y pudiendo morir. Como es oriundo de las
secas estepas arenosas, no soporta la humedad asociada al frío
o a las corrientes de aire. Por el contrario, es poco sensible al frío
seco. De manera que si se le da agua, ha de ser en un bebedero automático,
de cuya boquilla pueda chupar una gota de agua cuando lo precise.
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